La creatividad y el grado de innovación de los productos que consumimos ya no logran sorprendernos como antes: desde apps que nos hacen la vida más fácil, videojuegos y diseños arquitectónicos no tradicionales hasta nuevas y revolucionarias formas de comunicación forman parte de nuestro día a día. Ya no nos sorprende una cámara, ni ver a nuestros hijos interactuando con dispositivos como si charlasen con un amigo. En torno a esta industria ha surgido la expresión economía naranja, sector del que se espera que genere al menos 700.000 empleos directos e indirectos en Colombia. Pero, ¿qué más podemos esperar de esta “economía naranja”?
El mapa actual arroja algunos datos interesantes, por ejemplo, que en la capital colombiana hay más de 29.000 empresas inscritas que pertenecen al sector creativo, cultural y de las comunicaciones gráficas, según un estudio de la Cámara de Comercio de Bogotá. De ellas, 8.871 pertenecen al sector editorial y en 2017 generaron 9.696 empleos; 1.087 se enmarcan en las artes escénicas (con 7.419 puestos de trabajo) y 919 empresas se dedican a las artes plásticas, generando 6.714 empleos.
Además, sabemos gracias a la UNESCO que las Industrias Creativas y Culturales (ICC) emplean a unos 29,5 millones de personas en todo el mundo, lo que equivale al 1% de la población activa mundial. En el caso colombiano, el BID pronostica que para 2012 este sector aportará el 3,3% del PIB. Y además, con la Ley 1834 de mayo de 2017, Colombia ya tiene el marco normativo adecuado para fomentar esta economía creativa.
Dentro de esta norma se establecen “las 7i”, una serie de estrategias que deben implementarse para darle una aplicación efectiva a la ley. El Gobierno se ha fijado un plazo de 18 meses para activar el Consejo Nacional de Economía Naranja y estructurar en este tiempo la política pública de largo plazo fijándose como meta a 10 años, duplicar el aporte de las ICC al producto interno bruto colombiano.
Otro aspecto destacable de esta ley es que se fija un sólido marco de institucionalidad para impulsar la economía creativa, buscando fortalecer las instituciones públicas, privadas y mixtas dentro de este ámbito. Además, se planea contar con 12 líderes de los principales actores involucrados en la economía naranja dentro del Consejo Nacional, que congrega a siete ministros, los directores de Planeación Nacional, DANE, el SENA, la DNDA (Dirección Nacional del derecho de autor) y el presidente de FINDETER.
Hay confianza y grandes expectativas depositadas en las industria creativa y cultural colombiana, pero también existe, como en todo, escepticismo hacia este objetivo. Sin embargo, el camino trazado es en nuestro sentir positivo. La tarea no puede corresponder a una sola persona, se trata de una aunar esfuerzos, de trabajar en sinergias dejando de lado las trabas y las instancias institucionales. Si queremos un resultado positivo la buena noticia es que existe un clima adecuado y la voluntad política para lograrlo.
Para PONS IP como firma de propiedad intelectual (PI), los espacios de la economía naranja serán la oportunidad de reconocer a los autores y creadores sus derechos de autor y los derechos de propiedad Industrial sobre las nuevas invenciones y desarrollos tecnológicos involucrados en las empresas creativas. No sobra recalcar que sin derechos de propiedad intelectual (PI) sobre dichas creaciones, no habrá crecimiento económico ni fortalecimiento empresarial para favorecer la constitución de alianzas y de negocios basados en desarrollos tecnológicos y creativos, corriendo el riesgo de no pasar los Due Diligences que con seguridad, inversores y compradores, exigirán al momento de la formalización de sus negocios en el país o en el exterior. ¡Suerte para Colombia en este nuevo reto!
Por Claudia Caro. Directora Oficina Colombia PONS IP.